Por Pablo Domínguez
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Hace poco el gerente de una empresa de consumo masivo nos pedía ayuda para realizar un planeamiento estratégico. Cuando le preguntamos por qué deseaba hacerlo nos respondió que necesitaba unos planes de acción concretos con los cuales conducir la empresa a una mayor rentabilidad y crecimiento. Los objetivos que buscaba son válidos para cualquier empresa. El reto es como llegar a ellos generando una rentabilidad y crecimiento sostenible y creciente en el tiempo; y no solo resultados de corto plazo.
Hemos encontrado que las empresas que son dirigidas por sus mismos propietarios, tienen un especial interés en la sostenibilidad de los resultados económicos que les permitan un desarrollo continuo. Es decir, no están abocados exclusivamente a obtener la máxima rentabilidad en corto plazo.
Para este fin tenemos dos conclusiones. La primera es que antes de planificar acciones estratégicas se debe pensar estratégicamente. Es decir, encontrar las bases de la competitividad del negocio, identificando la mejor manera para adaptar el funcionamiento de la empresa al entorno en el que se desenvuelve.
La segunda conclusión es más estructural, consiste en ser conscientes que mejorar la competitividad es condición necesaria para el objetivo final que es la rentabilidad y crecimiento sostenible, pero no suficiente.
Las condiciones suficientes son el desarrollo de las capacidades operativas internas de la empresa para cumplir fielmente con lo que la estrategia promete a los consumidores; y la capacidad de generar confianza mutua en los clientes, que llevará a generar la tan deseada lealtad.
Queda así claro que si al tomar acciones competitivas cuidamos que estas al mismo tiempo desarrollen las capacidades operativas internas y no deterioremos la capacidad de generar confianza con el cliente; en el medio plazo la rentabilidad y crecimiento dependerá cada vez menos de la estrategia competitiva.
A esto llamamos Planeamiento del Negocio. Y tú, ¿ya hiciste tu Planeamiento del Negocio?