Como directivos tomamos constantemente diversas decisiones sobre el negocio, desde ampliar la cobertura regional de la empresa, una restructuración del organigrama que implica cambios de puestos, la implementación de nuevos sistemas de control, sistema de incentivos más retadores, hasta la compra de nuevos uniformes, aumentos de sueldos, entre otros. Si bien todas estas decisiones van enfocadas en mejorar el negocio, hay un aspecto muy importante dentro de una organización que no podemos determinar: la motivación de las personas.
Las decisiones son para dar forma, mejorar el negocio y para construir la organización. No tomamos decisiones para motivar a los colaboradores, lo que hay que tener en cuenta es que estas decisiones, como todas, tienen consecuencias que afectan positiva o negativamente en el compromiso y motivación de nuestros colaboradores.
Esto implica que para tener personas motivadas, como directivos, debemos evaluar cuidadosamente cada una de nuestras decisiones y descartar aquellas alternativas que producirían un efecto negativo en la disposición de los colaboradores a contribuir con el logro del propósito. Por ejemplo, hace un tiempo conocí el caso de una empresa que por su rápido crecimiento despidió a un jefe de confianza porque su perfil ya no se ajustaba a las necesidades del puesto, esta decisión de negocio generó inestabilidad entre los colaboradores. Este impacto negativo pudo haberse evitado si no era necesario el despido y se trasladaba a otro puesto de acuerdo a sus competencias.
En resumen, si procuramos evitar desmotivar a las personas con nuestras decisiones, habremos dado un paso importante hacia el compromiso de los mismos.
¿Y tú cómo evitas desmotivar a tus colaboradores?